El biólogo destaca la importancia del mar en la mitigación del cambio climático y cree que las firmas españolas pueden jugar un papel destacado en este tipo de energía.
Después de Nueva York, hoy le toca el turno a Bangkok, donde tiene lugar la penúltima reunión antes de la de Copenhague, donde se pretende llegar a un acuerdo post-Kioto. Si bien en la celebrada la pasada semana no se alcanzó ningún compromiso concreto, tampoco se espera ningún milagro para esta, sino que las cumbres están sirviendo para caldear el ambiente hacia las verdaderas resoluciones que han de asumirse en la Cumbre sobre el Cambio Climático que se celebrará en la capital danesa en diciembre.
"El principal obstáculo es que hay muchos países reticentes a hacer sus deberes. Pero Copenhague y a diferencia de Kioto –donde los países en desarrollo no estaban obligados–, todos deben comprometerse", destaca el profesor de Investigación del CSIC, Carlos M. Duarte.
Los últimos dos años han supuesto un trabajo lento de buscar propuestas asequibles para los países en desarrollo. Al final, han emergido dos vías por las que estos territorios asumirán compromisos. Según el biólogo, "a diferencia de los ricos, en los que la energía es el principal factor de gases invernadero, en los países en desarrollo lo es la deforestación –es responsable del 70% en Brasil y, en Chile, de un tercio–. El freno de estas tasas y el progreso de la forestación podrían ser suficientes para equiparar las tasas de los países desarrollados".
El mar como solución
Sin embargo, hay otros países que no pueden forestar su territorio porque tendrían que destruir campos de cultivo. En estos lugares, la estrategia sería similar a la anterior y consistiría en forestar las marismas, las zonas costeras con manglares y recuperar las praderas submarinas; es decir, utilizar los bosques azules que generarán beneficios adicionales –como la protección contra los huracanes–.
"Se trata de hacer trajes a medida de cada país utilizando sumideros naturales para mitigar los gases de efecto invernadero, ya que la solución no puede ser la misma para zonas tan dispares como Estados Unidos, Japón o Birmania. Por fin, el componente marino, que había permanecido un tanto olvidado, sí estará en la foto como opción de mitigación", destaca el experto en ecosistemas marinos.
El mar es el sumidero más importante de CO2 del planeta. Más de la mitad del dióxido de carbono no se encuentra en la atmósfera, sino en el océano. Y es que, "si el papel de la atmósfera es importante, el del mar no lo es menos. El mar es un yacimiento sin explotar de energía que puede aportar energía limpia y renovable a partir de las olas, las corrientes y las diferencias de temperatura", destaca Duarte. Esto, que hasta hace unos años era simple teoría, ya se ha convertido en realidad gracias a la instalación de las primeras plantas piloto.
Sin embargo, estos primeros pasos que se han empezado a dar en el aprovechamiento del mar no son nuevos. Ya los árabes conocían sus beneficios y la empezaron a emplear hace 800 años. Pero en todo este tiempo, apenas se ha desarrollado esa tecnología.
Así, por ejemplo, en Cantabria, Iberdrola instaló el año pasado una boya de 40 vatios en la costa de Santoña y planea colocar nueve más hasta llegar a un megavatio, que pueden dar servicio a entre 1.000 y 1.500 hogares. Ya fuera de nuestras fronteras, Scottish Power –filial de Iberdrola– también está desarrollando este tipo de energía en las costas escocesas.
"La actividad de las empresas españolas, potentes en renovables, ha sido más bien modesta en esta materia", según Duarte, quien asegura que el motivo principal es que se requieren desembolsos importantes en I+D, y nuestras compañías invierten poco en el desarrollo de nuevas tecnologías.
En su opinión, las renovables tienen el oído puesto en escuchar las subvenciones de la UE. Si bien la energía fotovoltaica sí ha tenido subsidios, la marina no ha contado con ellos. "La apuesta por la I+D en la tecnología marina es fundamental, ya que las firmas que primero apuesten por ella tendrán ventajas sobre sus futuros competidores. Nuestras empresas pueden jugar un papel relevante", subraya.
Asimismo, Duarte destaca la acuicultura marina y la desalación como técnicas en las que España está bien posicionada y básicas para el mantenimiento de la sostenibilidad, actualmente en peligro. De hecho, la producción española de acuicultura representa el 3% de la producción mundial y el 25 % de la europea. "No podemos enfriar el planeta, pero aún estamos a tiempo de controlar el alcance de los cambios", concluye.
Un nombre propio en el estudio de los ecosistemas acuáticos
Carlos M. Duarte es profesor de Investigación del CSIC en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea). Licenciado en Biología Ambiental, su trayectoria profesional se ha centrado en la actividad de los ecosistemas acuáticos, su papel global en el funcionamiento de la biosfera y su respuesta al cambio global.
Ha publicado más de 350 artículos científicos en revistas internacionales –incluidas 'Science', 'Nature', 'PNASH'–, dos libros y ha dirigido más de 30 proyectos de investigación, incluida la primera expedición científica española al Ártico y la expedición de circunnavegación Malaspina 2010, en fase de planificación. Como experto en la materia, Duarte fue el moderador del seminario 'Cambio climático y sostenibilidad', celebrado hace unos días en la Embajada sueca en España y que contó con la presencia del Rey Carlos Gustavo, comprometido en materia ambiental.
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