25 abril 2009

Hacia el país ecológico


Nadie obliga a los ministerios a reciclar. Las políticas para energías renovables recién comienzan. Y los actores privados ya se mueven, como pueden, por un país más amigable con el medio ambiente.

Eloísa Capurro El Pais - Montevideo

Laura saca su basura en dos bolsas: una naranja para los materiales reciclables y otra blanca para la basura orgánica. La última la tira en el contenedor verde de la esquina de su casa. Para la otra solía caminar un poco más, hasta uno de los 16 puntos determinados por la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM). Ahora que ya no están, espera que en su zona se instalen los contenedores naranjas, para no seguir tirando las dos bolsas en el mismo lugar.

Luego paga su factura de UTE que le cuesta un 30% menos que hace unos meses. La diferencia la hizo el colector solar térmico que instaló en la azotea de su casa y que, con energía solar, calienta toda el agua que necesita. Se enteró por un amigo que existían y que se comercializaban en Uruguay. Campañas gubernamentales en la televisión todavía no vio.

En su trabajo, una oficina pública, siguen utilizando la corriente que llega desde UTE. Fue ella la que les insistió para que comenzaran a reciclar el papel que utilizaban en vez de tirarlo a la basura.
Pero antes de entrar a trabajar a Laura le quedan dos cosas por hacer. Primero lleva las pilas que utilizó a un almacén cercano, donde la IMM pasa a recogerlas. Y después pasa por la Ecotienda, en el Centro, a comprar productos agrícolas orgánicos uruguayos.

El caso de Laura puede resultar por lo menos exótico. Pero es un buen ejemplo de lo que sucede con las políticas que se llevan adelante en Uruguay para lograr que éste sea un país más "verde": son pocas e individuales. En muchos proyectos el apoyo gubernamental recién comienza, en otros da pie a los privados y en los más básicos la política queda librada a la voluntad de cada ministerio.

En 2010 Uruguay será sede de la IV Reunión de la Asamblea de Partes del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, a la que asistirán representantes de más de 70 países del mundo. Este Fondo es el que le ha otorgado a Uruguay más de 30 millones de dólares con los cuales el país realiza varias de sus políticas destinadas a frenar el cambio climático, que ya está alterando la temperatura y la cantidad de precipitaciones del país.

Será en esa reunión que Uruguay tendrá que mostrar lo que ha hecho y hace a favor del medio ambiente. Quizás por eso en el pasado Congreso de Intendentes, realizado en marzo en la localidad de Mercedes (Soriano), el presidente Tabaré Vázquez puso el tema en el tapete. "Ha llegado el momento en que hincáramos un trabajo conjunto, con el compromiso de solidaridad que se extienda a todo el sistema político", dijo al referirse a los desafíos que el cambio climático puede tener para el modelo de producción nacional. Ahora las intendencias deberán trabajar para tener una política más acabada en torno a este nuevo modelo.

Aún hay cosas en la política a micro y macro escala que faltan por hacer.

CADA UNO CON SU PAPEL. La preocupación gubernamental quedó expuesta pero no parece haber tenido eco en los ministerios. Hoy no existe un decreto o una ley que obligue a las dependencias gubernamentales a reciclar papel, juntar sus pilas para entregarlas a la IMM, o utilizar energía solar. Cada uno hace lo que puede y/o quiere.

En un relevamiento hecho por Qué Pasa entre los 13 ministerios, siete informaron tener un plan de reciclaje de papel o de recolección de pilas sistematizado. En el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) hay un decreto firmado en 2006 con la empresa Repapel por el cual la cartera les da papel para reciclar y la empresa luego lo destina a las escuelas públicas. También Ancap, el Consejo de Educación Primaria, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, la Administración Nacional de Puertos y la Junta Departamental colaboran con Repapel. En total son 180 empresas públicas y privadas que se suman a la iniciativa. Por año se reciclan 270 toneladas de papel. La empresa informó que Ganadería y Salud Pública colaboran, pero desde estas carteras no se informó qué profundidad tienen los programas.

También el Ministerio de Desarrollo Social recicla papel. Además la yerba usada la brinda a una cooperativa que hace con ella compost (abono).

En la cartera del Interior el papel es enviado a la Dirección Nacional de Cárceles para que los presos trabajen con él. El año pasado, las reclusas de la cárcel de Cabildo elaboraron una carroza de Carnaval hecha de papel.

Pero en los demás casos todo queda en manos de los funcionarios y los alcances de los planes varían. En Relaciones Exteriores existen tres áreas medioambientales, según se informó desde el departamento de Administración: se unieron a una campaña de Antel de recolección de baterías de celulares viejos, juntan y venden el papel que utilizan a empresas que lo reciclen para comprar libros curriculares para los hijos de los funcionarios y, además, cuidan una planta. "Es un espécimen único de una palma y la atendemos con colaboración del Jardín Botánico", dijeron.

La oficina de Comunicación del Ministerio de Educación y Cultura, decidió reciclar papel por cuenta propia. En el resto de la cartera no hay una política con tal fin.

Por su parte, en Economía reconocieron que planes de reciclaje de papel no existen. Lo que sí intentan es imprimir menos. Para esto han comprado impresoras de doble faz. Y también envían las comunicaciones oficiales con un sobreimpreso que señala: "Si puedes evitarlo, no imprimas este mensaje, cuidemos el medio ambiente".

Transporte recicla apenas una vez al año, cuando se vacían los expedientes (que deben ser conservados por 10 años).

Mientras tanto, Presidencia no tiene una política de reciclaje del papel. Según se informó desde la dirección de Administración, recién cuando el Ejecutivo se mude a la Torre Ejecutiva, ubicada frente a la Plaza Independencia, se podría comenzar algún tipo de plan. Anualmente allí se utilizan 2.300 resmas de hojas A4 y 100 de papel oficio. Cada resma equivale a 500 hojas. Lo que sí se hace es desechar de forma diferenciada las pilas que son enviadas al Centro de Investigaciones Nucleares.

La IMM también tiene un programa de recolección de pilas que sólo el año pasado logró juntar casi cuatro toneladas de pilas usadas. Sin embargo el reciclaje todavía no puede realizarse. Las pilas que se juntan terminan confinadas en un lugar aislado y allí quedan depositadas. Según informó el ingeniero Leonardo Puey, director de la Unidad de Playas (encargada del programa), se está trabajando junto con la Facultad de Química para, a través del desarme de la pila, poder llegar al reciclaje.

Los autos oficiales utilizan nafta o supergas y la nueva flota funcionará casi exclusivamente con nafta. Mientras tanto la Facultad de Química realiza estudios para el desarrollo del biodiesel y el Ministerio de Industria, Energía y Minería (Miem) lleva adelante un plan de agrocombustibles.

Aunque los ministerios acataron el plan de ahorro de energía, todavía no funcionan con energía solar. Lo que sí está a consideración de la Cámara de Diputados del Parlamento, luego de haber sido aprobado por la Cámara de Senadores, es una ley que fomente la instalación de energía solar térmica (se trata de los paneles solares que calientan agua y no los que generan electricidad) en edificios públicos, centros de asistencia de salud, hoteles, clubes deportivos y piscinas climatizadas que vayan a construirse. También se exigiría la evaluación de la viabilidad de esta técnica a los emprendimientos industriales o agroindustriales.

Pero al ser energía solar térmica y no fotovoltaica (que es la que produce energía eléctrica a partir de la luz del sol), los emprendimientos deben tener un consumo para agua caliente que involucre más del 20% del uso energético total. Si no, la estrategia no sirve.

IDEAS ECOLÓGICAS. Tal vez no falte tanto para ver un Uruguay con parques eólicos, edificios que incorporen energía solar y autos que funcionen con combustibles hechos a través de cultivos agrícolas. Es que para eso el Miem está trabajando en la exploración de nuevas energías que sustituyan el petróleo y que amplíen la electricidad que generan las represas. En este proyecto se enmarcan estudios para el uso de la energía solar térmica, la eólica, la biomasa y los agrocombustibles.

Dentro del proyecto Eficiencia Energética del ministerio, financiado con dinero del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, se está trabajando en la promoción de la biomasa y de los agrocombustibles. Pero también de la energía solar térmica. Desde allí se financió parte de la construcción de la mutualista Camec de Colonia, que tiene uno de los mayores colectores térmicos solares del país con una superficie de 150 metros cuadrados. "Se está dando el marco para el desarrollo de la tecnología y para que se promueva el uso de este tipo de colectores de forma confiable. Estamos financiando un estudio para determinar el potencial solar térmico a nivel nacional", explicó el ingeniero Alfonso Blanco, responsable del programa.

También en el Miem, un equipo de tres ingenieros y un economista trabajan, financiados con fondos internacionales y nacionales, desde hace un año y medio en el estudio de la viabilidad de energía eólica en el país.

Hoy apenas existen dos emprendimientos en tal sentido: uno privado y uno público. La empresa Nuevo Manantiales en Rocha tiene un parque eólico con una potencia de 10 megawatts (mw) que vende energía a UTE. El otro parque, de la misma potencia, es del ente estatal y está ubicado en la Sierra de Caracoles de Maldonado. Esta potencia es suficiente para alimentar a 11.000 hogares aunque se aumentaría la capacidad a fin de año. Esta semana se anunció también que el Grupo Fortuny estaría en condiciones de firmar un convenio para un parque eólico en Cerro Largo.

El equipo del ministerio ha estudiado qué sectores industriales y de servicios podrían intervenir en los próximos parques eólicos del país, y se encuentra realizando un mapa para determinar dónde sería más conveniente realizarlos.

Según explicó el ingeniero Daniel Pérez, encargado del programa, la construcción de un parque eólico sumada a la de una red eléctrica que permita absorber esta energía llevaría apenas seis meses. "Si invirtiéramos en infraestructura de líneas eléctricas, un número cauto (de potencia eólica que se podría generar) podría ser más o menos la misma potencia que hay en la hidráulica, que son 1.500 mw". La meta, de todas formas, es que en el 2015 se tengan 300 mw de energía eólica generada en el país.

Pero todas estas iniciativas recién empiezan y, en su mayoría, están en etapas de elaboración de datos o estudio de propuestas.

Otro es el panorama en la Unidad de Cambio Climático del Mvotma. Como Uruguay firmó la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, el país está comprometido a enviar informes de manera quinquenal sobre lo que se está haciendo en materia medioambiental. Además de estudiar cuál es la contribución de Uruguay en el efecto invernadero, allí ya se han tomado algunas acciones concretas para frenar la emisión de estos gases que son la principal causa del cambio climático.

A través de financiamiento internacional, en Maldonado funciona hace cuatro años una planta que a partir de la basura que generan las ciudades de Punta del Este y Maldonado, produce energía. "Es el único proyecto que hay en la región. Recién a partir de este proyecto se comenzaron otros en Brasil y Argentina y genera 1 mw de potencia instalada", explicó Luis Santos, director de la Unidad. El beneficio al medio ambiente pasa por evitar la proliferación de biogas, un gas que surge de la descomposición de la basura y que tiene altas cargas de dióxido de carbono y metano, gases que contribuyen fuertemente al efecto invernadero.

Ahora la experiencia va a reproducirse en Montevideo, en la usina Felipe Cardozo. Pero, como ésta obtendrá únicamente financiamiento nacional, la captación del biogas para su uso energético ya no se podrá realizar. "No se genera electricidad por un tema de matriz económica".

También se están realizando estudios para asesorar a las intendencias de la zona costera en cuanto a los efectos que produce el cambio climático en sus departamentos. Así lo tendrán en cuenta al elaborar planes de ordenamiento territorial o de gestión. En 2008 se terminó el primer escenario de baja escala, que permite identificar qué cambios en temperatura y precipitaciones habrá en el territorio para 2020 y 2050. "Esto nos va a permitir realizar mapas para saber cuáles zonas son más vulnerables y adoptar medidas de protección", agregó Santos.

LA ACCIÓN INDIVIDUAL. Donde el Estado proyecta y estima, la iniciativa empresarial o individual ya comenzó a tomar acciones concretas.

Varias familias de Montevideo y del interior del país ya han comenzado a adoptar la energía solar térmica por iniciativa propia. Según Alicia Mimbacas, coordinadora de la Mesa Solar -un espacio multisectorial para la promoción de esta energía-, se estima que existen 1.000 metros cuadrados de energía solar térmica instalada en el país. Hoy se está trabajando en un estudio que aporte una cifra exacta.

En la Universidad de la República no existe una política ambiental centralizada, pero sí funciona desde 2000 la Red Temática del Medio Ambiente. La oficina que la centraliza, la Unidad Académica de Gestión Tecnológica (Gestec) de la Facultad de Química, obtuvo la certificación ISO 14.000 por desarrollar y realizar actividades académicas en formación y extensión universitaria. La norma establece un modelo de gestión ambiental aprobado a nivel mundial. "Hace cuatro años que reusamos el papel y lo mandamos a reciclar, tenemos sensores de movimiento para ahorrar luz, tenemos un contador y llevamos un control del consumo de energía", dijo Rocío Guevara, coordinadora de la red universitaria.

Junto con la Gestec, en Uruguay son 23 las empresas que están certificadas con estas normas por parte de la Unit. Entre ellas hay dos estatales: Ancap por sus fábricas de coque y la elaboración de aceites minerales, y la IMM por su gestión de las playas. El resto son emprendimientos privados.

Tener un "sello verde" no es el único beneficio para una empresa. También lo puede ser la obtención de fondos internacionales que financien sus proyectos. Es que Uruguay es uno de los países firmantes del Protocolo de Kyoto, que regula las emisiones de gases con efecto invernadero de cada país. Para nuestro país el protocolo, más que obligaciones representa beneficios. El Mecanismo para el Desarrollo Limpio posibilita que los países desarrollados que deban reducir sus emisiones de gases nocivos puedan hacerlo en sus tierras, o en países en desarrollo, como Uruguay. "Yo puedo vender cada tonelada que no emito", explicó Santos. Una tonelada de dióxido de carbono o equivalente tiene un valor de 10 a 20 euros.

A través de este proceso, denominado de compra o venta de bonos de carbono, pueden financiarse emprendimientos como el que se desarrollará en Felipe Cardozo. Pero además hay otro seis proyectos que se beneficiarán de esta financiación internacional. Todos son privados.

Ser "verde" es también rentable para el sector agroindustrial ya que los productos orgánicos comienzan a tener un destaque en el mercado internacional. Hoy en Uruguay existen 200 agricultores orgánicos agrupados y ya se ha logrado instalar una tienda permanente en Montevideo, denominada Ecotienda y ubicada en Maldonado 1390.

El proyecto está desde 1985 apoyado por el Centro Uruguayo de Tecnologías Apropiadas (Ceuta). "Nosotros capacitamos y enseñamos para que el cambio de modelo que es la agroecología o sea el intento de producir alimentos, fibras, vestimentas y servicios de una forma que pueda sustentarse en el tiempo", resumió Federico Brozzozero del programa Agroecología.

Dentro del Ministerio de Ganadería existe un programa de Producción Responsable Productiva financiado por el Banco Mundial y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Su objetivo es un mejor uso de los recursos naturales y en ese sentido llevan adelante acciones en coordinación con los productores orgánicos. "Pero no hay una política específica para agroecología", explicó Brozzozero. Sí encuentran apoyo en algunas intendencias como la de Treinta y Tres.

Sin embargo el mercado para los productos agrícolas orgánicos, ya sea para el consumo interno como para el de exportación, existe. "El gran punto es si tiene más capacidad de crecer".

La realidad parece ser una sola a nivel nacional. Existe una base de personas que reciclan, están interesadas en la energía solar, aunque más no sea para ahorrar, y que buscan alternativas "verdes" para su vida. También las empresas comienzan a darse cuenta que ser ecológicos las revaloriza a nivel nacional e internacional. Y ellos arrastran a que el gobierno, de a poco, dé sus primeros pasos para que ese "Uruguay verde" sea una política de Estado.
Qué significa ser verde

Aunque el verde ha estado siempre asociado a los movimientos y partidos ecologistas, a partir de la difusión de los efectos del cambio climático "ser verde" ha tomado un nuevo significado. Ya no sólo se trata de pertenecer a un movimiento ambientalista o unirse a Greenpeace, uno puede "ser verde" desde su propia casa. Reciclar, comprar sólo alimentos orgánicos, utilizar energías renovables o lámparas de bajo consumo, son elementos que forman parte de un estilo de vida amigable con el medio ambiente.

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