Debido a que juega un rol vital en el enfriamiento del resto del planeta, los efectos de este calentamiento se sentirán en todo el mundo y no sólo en la remota tundra.
El explorador del siglo XIX Fridtjof Nansen llamó al Ártico “el gran templo de hielo de la naturaleza”, un lugar repleto de osos polares y un paisaje congelado amenazante desde “los primeros amaneceres del tiempo”.
Pero hoy, uno no puede aventurarse en las lejanías del norte para escapar al calentamiento global. De acuerdo a un estudio del año 2004 en el que se evaluó el cambio climático en el Ártico, en los pasados 50 años la región se ha calentado casi al doble de la velocidad que el resto del planeta. El hielo con base en la tierra tal como los glaciares, las placas de hielo, el permahielo y el hielo flotante, está desapareciendo y el proceso continuo de derretimiento tiene profundas ramificaciones para el resto del mundo.
El Ártico energiza la “bomba de calor”
El Ártico es crítico para el clima global e influye en las temperaturas en todas partes.
Parece ir contra la intuición, pero el Ártico juega un rol primario en la distribución de calor alrededor del mundo mediante lo que se conoce como la “bomba de calor”. Las corrientes oceánicas circulan calor alrededor del mundo a través de un sistema conocido como la “gran cinta transportadora”. Dos fuerzas principales mantienen la cinta en movimiento: los vientos y las diferencias en densidades oceánicas. El Ártico es la clave para las diferencias en densidades.
Los puntos críticos de la cinta transportadora están donde las aguas superficiales se sumergen en aguas profundas. Esto sucede sólo en unos pocos lugares, dos de los cuales están en el Atlántico Norte. Cuando las aguas oceánicas superficiales se enfrían en el lejano norte, se vuelven más densas y bajan al fondo del océano. Allí, el agua fría fluye hacia el ecuador. Esta combinación de hundimiento y fluir ayuda al funcionamiento de la cinta transportadora del océano.
Debido a que las aguas frías que fluyen hacia el sur deben ser reemplazadas, las corrientes superficiales tibias fluyen hacia el norte y llevan calor a los lugares que se encuentran más al norte. Sin la cinta oceánica transportadora de calor, las temperaturas en Europa serían más frías.
El calentamiento global está cambiando ese punto clave en Norteamérica donde las aguas superficiales se hunden. Una mezcla de mayor precipitación, el agua que se sale del cauce de los ríos y el hielo que se derrite –todo relacionado con el cambio climático- está provocando que las aguas superficiales en el norte sean menos saladas y densas, debilitando esta importante bomba de la circulación oceánica.
El derretimiento ártico está acelerando el calentamiento
La pérdida del hielo ártico también está acelerando el calentamiento de la Tierra. Al igual que un espejo, el hielo rebota la luz solar de regreso al espacio, previniendo que ésta caliente la superficie. Los vientos llevan el aire frío de Canadá a Estados Unidos, enfriando así nuestro clima.
El agua y la tierra no son tan brillantes como el hielo y la nieve, por lo que absorben calor en lugar de reflejarlo. Cuando el hielo se derrite, las superficies más oscuras de la Tierra están más expuestas y por lo tanto absorben más energía solar. Este calor adicional derrite más hielo, lo que conduce a más superficies oscuras y más absorción. Esto es lo que los científicos llaman el bucle de retroalimentación positiva. Una vez el bucle comienza a funcionar, tiende a seguir – y a acelerarse. Menos hielo significa menos enfriamiento más rápidamente. O, como lo expresó la científico principal de la Sociedad Meteorológica Americana, Susan Joy Hassol, ante un grupo de senadores estadounidenses en una audiencia de comité en el 2004: “Lo que vemos es que tendremos un acondicionador de aire menos eficiente”.
La pérdida del hielo ártico no es sólo especulación – ya está sucediendo. El año 2003 presentó un dramático ejemplo de la desaparición de hielo ártico. La barrera de hielo Ward Hunt, la más grande del Ártico, se quebró en dos pedazos drenando un lago de agua dulce único en su clase que era el hogar de un raro ecosistema microbiano. Desde los años de 1970, un millón 35 mil 995 kilómetros cuadrados de hielo marino ártico ha desaparecido. Esto equivale al tamaño combinado de Texas y California. (Intergovernmental Panel on Climate Change [IPCC], 2001) Lo que es peor, en los años 2002 al 2006 se han observado bajas en las cubiertas de hielo en cantidades récord o cerca de éstos. El informe más reciente del IPCC encontró que casi todo el Océano Ártico podría perder su cubierta de hielo permanente para finales del siglo XXI si las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzan las cifras extremas de los estimados presentes. (IPCC, 2007)
Qué significa esto para el resto de nosotros
Mientras que el derretimiento ártico tiene efectos profundos en las personas y los ecosistemas de la región, también significa problemas para el resto del mundo. De hecho, los cambios al sistema de circulación oceánica podrían significar que algunos lugares se volverán más cálidos, mientras otros tales como Europa, que no recibirán la calidez de la Corriente del Golfo, se volverán más fríos.
Una de las preocupaciones mundiales más importantes sobre el derretimiento que va más allá del Ártico es la del aumento en el nivel del mar. Cuando los glaciares que se derriten se derraman al mar, los niveles de éste aumentan alrededor del planeta. Las crecientes ciudades y condados a lo largo de las costas este y oeste albergan a la mitad de la población de Estados Unidos y se encuentran entre las comunidades que serán más amenazadas por el hielo derretido.
En la actualidad, la retirada de los glaciares del mundo está añadiendo una enorme cantidad de agua fresca al océano. Entre 1961 y 1997, por ejemplo, se han perdido aproximadamente 3.709,68 kilómetros cúbicos de hielo. Eso significa que el hielo derretido de los glaciares ha añadido aproximadamente 4 cuatrillones
(3.709. 681.840 322.023,5) de litros de agua a los océanos. Esto sería como verter mucho más de un millón de piscinas de dimensiones olímpicas a nuestros océanos.
Algunos estudios han sugerido la posibilidad que el calentamiento por los próximos siglos pudiera llevar a la desaparición completa e irreversible de la barrera de hielo de Groenlandia. Si eso ocurriera, los niveles del mar aumentarían unos 7, 01 metros adicionales.
“Si ignoramos las advertencias del Ártico- y su calentamiento- los osos polares y los nativos de Alaska no serán los únicos que sufrirán”, dice el científico de Environmental Defense, Dr. Bill Chameides. “Nuestros hijos y nietos podrían pagar un precio considerable”.
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