Se sabe que la humanidad lucha para que la temperatura promedio global no suba más de 2 grados. Pero ya con un aumento de 1,5 promedio habría estragos, aseguró una investigación en la que participaron científicos del instituto Postdam Climate Impact Research y Climate Analytics.
Oriente Próximo y el norte de África, por ejemplo, tendrían cada vez menos agua disponible. Asia verían inundaciones aún más agresivas, y países de Europa oriental, como Rusia, perderían sus bosques.
Para América Latina y el Caribe, las cosas podrían ser devastadoras, principalmente para la productividad agrícola, el régimen hidrológico y la biodiversidad.
Las zonas secas serían más secas, y las húmedas, más húmedas. Solamente en Brasil, con dos grados de aumento en la temperatura, las cosechas de soja podrían bajar en un 70%.
Si la temperatura llega a crecer entre 2 y 4 grados, todos los glaciares de los Andes, ya disminuidos, terminarían por desaparecer, lo que traería mayores riesgos de inundaciones y escasez de agua dulce para capitales como Quito, Lima, Santiago y La Paz, cuyos abastecimientos dependen precisamente del hielo de esas montañas.
De paso, los páramos (ecosistema tropical de montaña) sufrirían deterioros irreparables.
Si subiera entre 2 y 4 grados los glaciales andinos desaparecerían y el
potencial pesquero disminuiría, entre otros cambios que alterarían de
forma radical la vida.
La temperatura en ellos sería cada vez mayor, lo que perjudicaría a su flora especializada en la retención de agua y, de paso, el saneamiento de ciudades.
El Banco Mundial advierte que al subir la temperatura promedio, el potencial pesquero disminuiría en 50%, porque los peces migrarían a aguas cada vez más cálidas y corrosivas (acidificación), con lo que se abriría una nueva grieta en la ya averiada seguridad alimentaria del continente.
Con 1,5 a 2,0 grados centígrados de aumento promedio en América Latina y el Caribe sobrevivirían solo 10 % de los arrecifes de coral, habría mayores riesgos de erosión costera y aludes y crecerían los riesgos de hambruna para indígenas en zonas remotas.
Con 4 grados centígrados de aumento promedio las lluvias descenderían entre un 20 y un 50 por ciento en el norte de América del Sur y el Caribe, la selva del Amazonas podría convertirse en una fuente de carbono; habría extinción de especies y desaparición de medios de subsistencia tradicionales; mayores riesgos asociados a fenómenos del Niño y ciclones tropicales, al tiempo que un aumento del nivel del mar entre 38 y 114 centímetros para algunas ciudades costeras como Valparaíso (Chile) y Recife (Brasil).
Un riesgo de pérdida de terrenos por inundaciones, debido a un mar cada vez más agresivo, se ha pronosticado para Cartagena, Tumaco, las islas de San Andrés, Providencia, Gorgona y los archipiélagos de Nuestra Señora del Rosario, San Bernardo, isla Fuerte y Tortuguilla.
Hay soluciones
Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, sugiere un cambio tecnológico que baje el uso de combustibles fósiles, así como una transformación de conducta considerable que se enfoque en una reducción del consumo.
“Necesitamos decisiones de política inteligentes, transporte público no contaminante y eficiencia energética en fábricas que no nieguen ni retrasen el crecimiento, pero que ofrezcan beneficios climáticos”, dice Jim Yong.
Mantener el calentamiento promedio de la Tierra por debajo de los 2 grados y reducirlo a 1,5 para 2100 es técnica y económicamente posible, pero requiere una estricta mitigación a corto plazo, concluye el análisis.
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