En total, según prevé un modelo matemático validado con trabajos de campo realizados en cuatro continentes, podrían desaparecer unas 1.300 de las 5.100 especies de saurios conocidas a través de la paulatina extinción del 39% de sus poblaciones locales. La desaparición de estos animales, que cuentan más de 5.000 especies, provocaría una explosión demográfica de sus presas, como insectos, invertebrados, y pequeños vertebrados.
La investigación comenzó con la constatación de que ciertas poblaciones de lagartija de turbera (Zootoca vivipara) de Francia se habían extinguido. Igualmente, miembros del equipo comprobaron, sobre un total de 48 especies de lagartijas mexicanas del género Sceloporus, que los animales habían desparecido en el 12% de las 200 localidades muestreadas, pese a que su hábitat permanecía aparentemente intacto. Sendos hallazgos llevaron al equipo a desarrollar un modelo artificial de lagarto con microchips que medía la temperatura operativa en diferentes condiciones durante cuatro meses, tanto en localidades donde las poblaciones de estos reptiles habían sobrevivido como en aquellas donde habían desaparecido. Los resultados de la prueba fueron concluyentes: en los lugares donde se habían producido extinciones, los lagartos no habrían tenido tiempo de alimentarse ni de reproducirse adecuadamente, ya que las altas temperaturas les obligarían a permanecer la mayor parte del tiempo guarecidos en sus refugios.
El nuevo modelo relaciona los parámetros de la fisiología térmica de los lagartos con las predicciones del calentamiento global. “Los lagartos tienen una serie de requerimientos fisiológicos que limitan su comportamiento y eso interfiere fundamentalmente con el tiempo de actividad disponible tanto para alimentarse como para reproducirse y para todas sus funciones vitales”, explica Ignacio De la Riva, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y coautor del estudio.
De montaña y vivíparas, las más amenazadas
Las especies más amenazadas serán las de montaña porque tienden a cambiar su área de distribución altitudinalmente, “es decir, si una especie vive en una zona fría y el clima es cada vez más caliente va a necesitar ir subiendo y en algunos casos se va a encontrar con que ya no tiene a donde ir”, declara De la Riva. A esto se añade el hecho de que las especies de tierras bajas van a colonizar cada vez zonas más altas y van a ir desplazando a las de la montaña. Además, los lagartos vivíparos están más en peligro que los ovíparos.
Una de las principales razones de estas extinciones es que los lagartos se adaptan muy lentamente a los aumentos de temperaturas. “El marco temporal para alcanzar una temperatura más alta de su cuerpo es demasiado largo para los lagartos porque las bases genéticas de estos rasgos son poco heredables”, asegura Sinervo.
Muchas de estas extinciones, sobre todo las de aquellas especies que habitan en regiones montañosas tropicales, podrían evitarse si se tuviera éxito en la reducción de emisiones globales de CO2 para 2080. Y como solución inmediata, los investigadores proponen “multiplicar la zonas de sombra y los puntos de agua”.
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